miércoles, 4 de noviembre de 2015

Las Concubinas del Mal. J.R. Navas



Para los fieles seguidores de “Las Crónicas de Elereí” (entre los cuales me incluyo) podría suponer una pequeña decepción que la siguiente novela de J.R. Navas no fuera el ansiado tercer libro de la saga de los Angres (“Lemuria”). Si bien, recordemos que entre el primer y segundo libro ya se permitió darnos un “descanso” publicando esa pequeña joya que es “Mar y Arena: Antología Poética, Reflexiones y Otras Insanias” (y que desde aquí recomiendo su lectura y relectura). Afortunadamente esa decepción deja paso al entusiasmo, tras la lectura de “Las Concubinas del Mal”. 

La historia, basada en unos supuestos casos de posesión diabólica, acaecidos en la pequeña localidad de Louviers en el siglo XVII, nos cuenta, por boca de la anciana Michelle, la vida de Madelaine Bavent, una atractiva joven que, tras la muerte de sus padres, ve truncada la felicidad de su infancia, viéndose arrastrada a partir de entonces y muy a su pesar, a una espiral de sexo, celos, aquelarres y prácticas blasfemas, todo ello auspiciado en principio por su tutora y el impío padre David y, más tarde, por el diabólico padre Picard. Todo ello llevará a la Inquisición a tomar cartas en el asunto con nefastas consecuencias.

El bien, el mal, el arrepentimiento y el perdón están muy presentes a lo largo de la novela, lo cual no deja de ser un reflejo del ser humano, coexistiendo personajes que van evolucionando a lo largo de la historia, unos eminentemente buenos, como la propia Madelaine, su íntima amiga Heléne o Yvelin Mestre (un personaje que para los lectores más jóvenes podría suponer un trasunto de los superhéroes actuales, y que juega un papel fundamental en la historia) pasando por otros, detestables en un principio, pero que a lo largo de la historia terminan redimiéndose, siendo perdonados tanto por la protagonista como por el lector y, por último, algún otro que se lleva su odio y su maldad más allá de la tumba (me abstengo de poner nombre a éstos dos últimos grupos para no chafarles la lectura)

El autor, en la que es su primera novela histórica, ha llevado a cabo una exhaustiva labor de investigación, que consigue trasladarnos a la sociedad del siglo XVII, lo cual unido a la habilidad narrativa a la que nos tiene acostumbrados, se ve reflejado en cada una de sus páginas, consiguiendo algunos momentos especialmente brillantes y francamente desasosegantes (no olvidemos que la Inquisición y sus prácticas tienen un papel importante en la novela)

Por cierto, como seguro que leerán el libro más de una vez (lo harán del tirón, se lo aseguro), les sugiero que, para darle una dimensión diferente a cada una de las lecturas, las acompañen de diferentes tipos de música. Mi primera recomendación, para una lectura sosegada, es que se dejen envolver por la banda sonora de la miniserie Las Nieblas de Avalón (The Mists of Avalon), no se arrepentirán.

Pero, si son capaces de combinar lectura y “black metal”, les recomiendo el acompañamiento del disco “The Eye”, de King Diamond, mencionado por el autor en la bibliografía de la novela, y que, por la propia temática del álbum, es la banda sonora perfecta para esta historia. 




Queda en manos del lector decidir si lo ocurrido en Louviers fueron auténticas posesiones diabólicas o si se debió todo a una mezcla de supersticiones, jóvenes influenciables y sustancias alucinógenas. Personalmente me van a permitir que me reserve mi opinión, porque nunca se sabe. No obstante, sea cual sea su conclusión, espero que disfruten de su lectura tanto como yo.


RESEÑA: JAVIER RODRÍGUEZ

NOTA: 8/10

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